ESPAÑA
En la adolescencia se da la transición desde las normas de abstinencia del alcohol de la infancia hasta las normas que controlan el consumo de alcohol entre adultos. “La adquisición de la competencia de beber puede ser descrita de manera más concreta como un proceso evolutivo por el cual el individuo “asimila” las expectativas de los roles sociales sobre el uso de alcohol que tiene un grupo de referencia significativo, y por tanto se adapta al desafío que ofrece la confrontación continuada con el alcohol y con los que beben alcohol” (p. 35). Aprender a beber responsablemente significa procesar la información sobre el alcohol y adquirir hábitos de consumo responsable de alcohol. Beber alcohol es un comportamiento social, regulado por normas sociales y que tiene lugar en un entorno cultural. No se centran en las influencias, sino en la manera como el individuo las procesa. Se puede considerar que beber alcohol responsablemente es una competencia adquirida durante el curso del desarrollo de una persona. Competencia como habilidad para resolver problemas. La competencia se relaciona con la expectativa, que es una base motivacional del comportamiento. Las expectativas tienen relación con el sentimiento de autoeficacia, el sentirse apoyado por los demás, la percepción de que uno tiene capacidad para controlar el consumo de alcohol, de que el alcohol puede tener determinadas consecuencias (algunas deseables y otras indeseables).
Se puede comprender la competencia y las expectativas desde dos perspectivas teóricas: la del modelado y el refuerzo, o de la socialización, para explicar cómo se aprende a beber. La edad de la primera experiencia con el alcohol es importante, está entre los 11 y 15 años en los países europeos. Pero antes de esta experiencia tienen ya expectativas sobre el consumo de alcohol. Aprender a beber responsablemente puede oscilar, con periodos de abuso y otros de control, y otro tema importante es cómo se desaprende a beber de manera irresponsable. Hay adolescentes que maduran a través de un consumo abusivo del alcohol, que va en aumento hasta una edad entre los 25 y 29 años, para entonces empezar a descender. Hay una proporción de jóvenes adultos que no cortan este consumo y se convierten en bebedores que abusan del alcohol. Beber con responsabilidad es una competencia personal. La competencia es una capacidad de adaptarse a las tareas evolutivas. El apoyo de los padres es fundamental para que los adolescentes desarrollen esta competencia de responsabilidad ante la bebida.
El apoyo de los padres se relaciona inversamente con los problemas de los adolescentes. Los padres pueden darles apoyo emocional (cercanía, confianza, saber que cuentan con ellos) o instrumental (ayudarles a tomar buenas decisiones). El apoyo puede ser directo, con interacciones positivas, o indirecto, mediante el ejemplo que los padres sobre cómo interactuar con los demás. El apoyo de las personas en el entorno puede determinar la importancia de una tarea evolutiva y qué resultados son deseables – en este caso, la competencia personal ante el alcohol, la responsabilidad-. Para afrontar una tarea evolutiva, el apoyo de los padres consiste en animar a los hijos a probar varias soluciones, en prestarles apoyo emocional, en ayudarles a manejar las emociones implicadas, en darles apoyo cognitivo, en proporcionarles la información que deben tener para manejar la tarea. “La idea básica de las teorías mencionadas anteriormente – como la de Baumrid sobre el efecto de la educación de los padres-, es que la socialización se refiere, al menos en parte, al apoyo para manejar tareas evolutivas, y para desarrollar las consecuencias y expectativas relacionadas con ellas” (p. 39).
Los autores consideran que aprender a beber con responsabilidad se puede comprender como una subtarea del desarrollo de la identidad, sobre todo para los chicos, por la cultura que tradicionalmente ha adjudicado esos roles a los hombres. Las tres tareas que tienen que dominar los adolescentes en su desarrollo son: a) personales, aumentar su autonomía, b) relacionales, relaciones personales estables, c) socio-institucionales, que tienen que ver con la escuela y la carrera. Los adolescentes, según la teoría de Marcia, tienen que explorar distintas opciones, creencias, roles, actividades, y tienen que tomar decisiones que comportan elegir y comprometerse en todo lo anterior. La competencia que queremos promover es beber de manera responsable, y resulta de manejar la tarea evolutiva de beber, las oportunidades para beber y la relación con personas que beben. La competencia adquirida anteriormente, también con relación a estos contextos donde se bebe, durante la infancia (edad en que no se bebe), influirá en el desempeño de esta tarea en estos años, junto al apoyo familiar y las relaciones adecuadas con los amigos. Parece demostrarse que es necesaria una fase de exploración para desarrollar un comportamiento responsable con respecto a la bebida. Lo importante, en la teoría de Marcia, es que se logre la identidad, lo cual significa que la persona ha establecido compromisos después de un periodo de crisis y exploración. La conclusión es que en la adolescencia el comportamiento de riesgo es bastante común, y puede ser beneficioso a largo plazo.
Que los hijos aprendan un comportamiento de consumo de alcohol responsable es más probable cuando los padres proporcionan mucho apoyo y supervisión, y una comunicación positiva. Un estudio mostró que: “Los padres que supervisaban las actividades de sus hijos, que comunicaban expectativas claras sobre el comportamiento, proporcionan refuerzo positivo a los comportamientos deseables cuando sus hijos tenían 12 o 13 años, encontraron que sus hijos tenían menos probabilidad de consumir alcohol a la edad de 14 o 15 años. La buena gestión de la familia era, por lo tanto, un factor de protección importante contra el uso temprano del alcohol” (p. 43). Este factor demostraba ser más importante, en predecir la competencia personal, que el modelado que ofrecen los padres, con su propio comportamiento de beber, cuando se daban los dos al mismo tiempo. Para proteger a los niños del abuso del alcohol los padres tienen que beber dentro de una convivencia familiar con autoridad, sus normas tienen que estar en contra de que los adolescentes beban, y no deben dejarles beber en casa (durante la infancia). El factor esencial parece ser la calidad de la educación familiar, y el apoyo que proporciona a los hijos.
Para formar esta competencia los adolescentes deben tener un conjunto de expectativas realistas, sobre lo bueno y lo malo de beber alcohol, tanto directas como indirectas, a corto y a largo plazo. Parecen necesitar la experiencia directa, en la vida real, la exploración, para formar estas expectativas realistas, como parte del logro de su identidad. La educación familiar tiene que dar apoyo, permitiendo también alguna exploración del alcohol, supervisando el comportamiento del hijo, manteniendo abierta la comunicación y sabiendo poner límites. Los programas de prevención, cuando quieren desarrollar esta competencia, tienen que concentrarse en los niños en edad preadolescente y en sus padres, intentando favorecer una relación afectuosa y no conflictiva. Esto favorece la identificación de los niños con sus padres y el posterior desarrollo de una personalidad adolescente capaz de afrontar las tareas evolutivas de esa edad, incluyendo los hábitos responsables de beber.
FUENTE: Movilizaciones educativas
http://www.movilizacioneducativa.net/capitulo-libro.asp?idLibro=242&idCapitulo=2
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