Perder la timidez, integrarse o evadirse de los problemas. Las excusas para beber son muchas, pero los jóvenes son cada vez más precoces. Los jueves, el centro de Málaga se llena de estudiantes universitarios con ganas de beberse de un trago la noche.

Los datos revolucionaban las estadísticas hace unos meses. Según un estudio elaborado por la Universidad de Málaga, los jóvenes entran en contacto con las drogas ya en la etapa infantil, a los 12 años, edad a la que prueban el alcohol por primera vez. El problema más grave surge cuando el consumo de bebidas alcohólicas se convierte en un ritual semanal y el salir con los amigos es sinónimo de emborracharse. En muchos casos, el consumo exagerado durante los fines de semana, se reduce con el paso de los años; en otros, se convierte en una adicción de la que cuesta mucho trabajo librarse. Ésta es una de las cuestiones que más preocupan a Pedro, ex adicto y ahora colaborador de alcohólicos Anónimos de Málaga. Pedro no sabe si "hay que buscar culpables directos" a esta situación, pero tiene muy claro que "la media de edad de los alcohólicos que acuden a terapia, es cada vez menor: si antes la franja se situaba entre los 40 y los 50 años, ahora baja hasta 30 y en muchos casos, atendemos a chicos de veintitantos".

Según Pedro, el programa de rehabilitación es exactamente igual para cualquier alcohólico, quizás la diferencia radique en el motivo por el que acuden al centro: "Los chicos jóvenes suelen hacerlo obligados, por sus parejas o familiares, pero casi nunca voluntariamente".

Un jueves cualquiera

Son las siete de la tarde y el centro de Málaga ya está lleno de jóvenes que hacen cola para entrar a los locales de copas. El botellón está prohibido pero muchos esquivan el veto con una maestría incuestionable. Ya nadie se pasea con bolsas de plástico en la mano; las botellas se guardan en el bolso y se sacan cuando no hay policías a la vista. Los hay más prácticos, los que acuden al centro con la bebida ya mezclada y así evitan llamar demasiado la atención.

Pero tampoco es necesario recurrir al económico botellón para pasárselo bien. Según un grupo de jóvenes, se puede salir perfectamente con 5 euros en el bolsillo, ya que en algunos bares del centro, las cervezas se sirven a 50 céntimos: "Es normal que la gente vaya tan perjudicada, beben todo lo que pueden y no controlan", explica uno de los chicos que a las siete de la tarde ya está dando por terminada la fiesta.

Otra opción para que el bolsillo no se resienta en exceso son los chupitos que ofrecen de forma gratuita los encargados de captar a los clientes, los llamados ‘relaciones públicas' de los pubs. Idea que, por lo visto, tiene mucho éxito entre la clientela más joven. Al menos eso confiesa Cristina, una universitaria que reconoce aceptar todas las invitaciones y que bebe "todos los chupitos" que puede.

Los jueves hay pocos menores, aunque alguno consigue pasar inadvertido entre el grupo. La mayoría son estudiantes universitarios, que aprovechan la salida de clase para desconectar de la vida académica y tomar un copa con los compañeros. Nos encontramos a un grupo de chicos malagueños de entre 18 y 22 años. Dicen que sus padres saben que beben y a veces les han pillado "contentillos". Pero según uno de ellos, "¿qué nos pueden decir? Nada. No nos pueden tener encerrados en casa. Tenemos que salir y hacer estas cosas", afirma. A la hora de ligar, aseguran que da igual ir borracho o no, "lo que cuenta es que la chica vaya borracha, entonces es más fácil".

Cuestión de timidez, integración, placer o evasión; el alcohol se ha convertido en el centro de cualquier fiesta.

Cristina. Málaga, 22 años

Universitaria: "He visto a muchas niñas tiradas en el suelo en coma"

No todos los jóvenes se emborrachan hasta perder el conocimiento y un ejemplo es Cristina. Cristi, como quiere que la llamen, empezó a salir con 18 años porque sus padres no le permitían ir de fiesta antes: "Mis padres siempre se preocupan demasiado y creen que me va a pasar algo", explica esta universitaria malagueña. "Lo que más bebo es tinto y cerveza, no me gustan mucho las copas, pero si hay botellón es lo que toca". Cristina entiende que se haya prohibido el botellón en Málaga porque "las calles se quedaban asquerosas", pero no comprende que los hosteleros cobren en exceso por un cubata.

Por eso dice que a veces se reúnen en casa de alguna amiga antes de salir: "Allí nos tomamos alguna botella de whisky o ron y cuando estamos con el puntillo, salimos de marcha". También explica que cuando pueden, se toman alguna copa en la calle, siempre que ese día "no haya moros en la costa", añade entre risas. Para ella, sus comienzos en la bebida llegaron de la mano del tabaco, aunque asegura que sólo fuma cuando sale los fines de semana.

Su hora de llegada habitual son las cinco de la mañana, pero "a veces llego a casa de día". Dice que sus padres nunca la han pillado borracha porque trata de hacer el menor ruido posible cuando llega y que jamás ha tenido "problemas como un coma etílico por beber en exceso", se defiende. "He visto a mucha gente, sobre todo niñas, tiradas en la calle sin poder levantarse del suelo, pero yo de tres copas no paso porque no respondo de mis actos", aclara.

Jesús. Málaga, 17 años

Estudiante: "Sólo fumo porros para divertirme el fin de semana"

En ocasiones, el consumo de alcohol viene acompañado de otras sustancias. Jesús apenas quiere contestar y son sus amigos quienes confiesan que es menor de edad. Mientras hablamos con él, le da caladas a un porro y se ríe con los comentarios de sus compañeros sobre su afición a la marihuana. "Fumo también chocolate, pero prefiero la maría". Dio su primera calada con 14 años, "antes que el alcohol" y reconoce que le gusta la sensación que produce el fumar esta droga: "Me río y me lo paso bien, eso es lo que importa".

Jesús fuma cuando sale, salvo alguna ocasión excepcional en la que se reúne en casa con amigos. Sus padres no saben que lo hace y asegura que no es adicto "sólo lo hago por divertirme y de cuando en cuando, puedo parar cuando quiera".

Marta. Málaga, 21 años

Estudiante universitaria: "Empezamos con el alcohol para integrarnos"

"Los jueves salimos a las cinco y nos vamos a las ocho, pero nos vamos borrachos", explica Marta. "No me gusta beber demasiado pero depende del día, se me sube mucho o no". Hoy debe ser uno de esos días malos porque Marta habla por los codos y se ríe sin parar. Según esta estudiante, los locales hacen muy bien invitando a las chicas y le parece que sus gerentes se preocupan por controlar la entrada de menores. "Yo he visto a mucho niñato, pero ahora creo que se lo toman más en serio. Siempre piden el carnet en la puerta y hay mucha seguridad". Sin embargo, una amiga que le acompaña no opina lo mismo: "Algunas tiendas venden alcohol a menores, a cualquier hora y yo creo que los porteros hacen la vista gorda a veces".

Marta dice que todo el mundo se inicia en el alcohol por el mismo motivo "integrarse y perder la vergüenza". Aunque también opina que es lo lógico cuando "es una costumbre normal" de la sociedad. Ella asegura que nunca se ha tenido que arrepentir de las cosas que ha hecho en una noche de borrachera porque no llega "a esos límites", pero sí dice que muchas amigas le han contado "historias muy fuertes por ir borracha".

Daniel. Málaga, 22 años

Alumno de la UMA: "Dejé el alcohol, me lo paso bien sin beber"

Daniel es la excepción que confirma la regla. No fuma ni bebe y se considera "un chico sano". Le gusta salir por el centro de Málaga, "sobre todo los jueves, después de clase". Dice que a las doce se van todos porque "hay que levantarse al día siguiente para ir a clase" y se autodenomina "responsable". Lo es y por eso, hace "un par de años", tomó la decisión de no volver a tomar alcohol. "Antes bebía cualquier cosa, Ron con piña sobre todo, hasta que comprobé que realmente me estaba sentando mal". A Dani no le gustaba estar de resaca ni sentirse mal y ahora sólo se toma "Algunas bebidas energizantes y algún refresco sin alcohol". Sus amigos sí beben, pero pocas cantidades.

"¿Que si he visto a gente muy borracha? Sí, por supuesto, pero en general la gente se lo toma con tranquilidad y no hace tonterías", dice Daniel. Para él, la gente empieza a beber "por influencia de otros", pero no considera que se margine al que tome la decisión de no consumir alcohol. "Yo me lo paso bien sin beber: bailo, me río y disfruto de la noche. Cada cual que haga lo que quiera con su vida, pero yo prefiero mantenerme sobrio", explica orgulloso. "Todos (se refiere a los amigos que le acompañan) empezamos con 14 ó 15 años a probar el alcohol, pero ahora muchos nos damos cuenta de que es preferible pasar del tema".

FUENTE:      La Opinión de Malaga

http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2010/11/14/alcohol-facil-ligar-chica-bebida/381106.html