Los factores de riesgo son aquellas situaciones que pueden desvirtuar, cambiar o detener la vida de una persona y a las cuales estamos expuestos todos. La etapa de la adolescencia nos coloca, sin embargo, en un mayor grado de vulnerabilidad, porque estamos en proceso de cambio y formación. Estar preparados Los adolescentes se encuentran expuestos a una serie de riesgos psicosociales, que a veces fracturan sus proyectos o sus vidas. Por esta razón es importante que quienes los acompañan -sus familiares, principalmente- estén pendientes de sus necesidades afectivas y les ayuden a desarrollar capacidades de protección frente a estos riesgos. El ya de por sí cambio de la infancia a la adolescencia tiene una profunda significación y, dependiendo de una serie de factores, puede vivirse de manera tranquila o con angustia y preocupación. Cuando el Pesimismo Llega En ocasiones los propios jóvenes desconocen qué les sucede, porque no es fácil poner nombre a sentimientos como el enojo, la tristeza, el aburrimiento, el miedo y más aún indagar qué situaciones y pensamientos los han generado. Recordemos que los jóvenes están tratando de ordenar un mundo interno y externo, así como su propia toma de decisiones. Cada adolescente tiene sus propias necesidades, a veces las metas y proyectos de vida están en conflicto y ello facilita que puedan desvalorizar sus capacidades, de tal forma que el pesimismo atrape su personalidad. Generalmente se piensa que cuando los jóvenes se entristecen, deprimen o están demasiado irritados es por "tonterías"; lo cual es un error, porque los adolescentes tienen preocupaciones y problemas relacionados con el entorno que les rodea; por ejemplo, el estrés previo a un examen o exposición; una mala relación con sus amigos; una ruptura amorosa; las condiciones de vida de la familia; los problemas de los padres, o simplemente su propia dependencia económica. Estar Cerca y Escucharlos Ayuda Cuando las y los jóvenes viven una situación de tristeza, depresión o irritabilidad es fundamental que los adultos estén cerca, presten atención y los escuchen. Es importante también indagar si existen problemas graves a su alrededor, si están realizando conductas en contra de su voluntad y si se encuentran a merced de las influencias e imposiciones de ambientes de peligro; esto ayuda a que le pongan nombre a sus emociones y a que expresen con libertad lo que sienten y desean. También ayuda que los propios adolescentes conozcan lo que sienten y que aprendan a manejar sus propios sentimientos, para que a partir de ese momento pasen a la reflexión, la elección, la comunicación y la acción. Conocer Sus Problemas Previene Otros Mayores Analizar junto con los adultos las presiones a las que están expuestos y reflexionar si esas situaciones están en relación con lo que ellos piensan y desean. Sobre todo, los adultos deben anticiparse a problemas mayores, prevenir conductas inadecuadas, accidentes, maltrato y violencia, embarazo temprano, adicciones e infecciones de transmisión sexual, por ejemplo. Lo más cómodo para padres y maestros es evadir esta responsabilidad y optar por desconocer los nuevos riesgos a los que se encuentran expuestos las y los jóvenes, pero conocer estos problemas es útil para prevenir otros mayores. Las presiones de la vida familiar y laboral agobian a los adultos y lo que menos desean es conocer más problemas; pero no se pueden asumir actitudes irresponsables, porque finalmente llegará el momento en que los adolescentes tomen su camino y entonces las lamentaciones saldrán sobrando. Por lo tanto, es labor de los padres y maestros generar en los adolescentes destrezas y habilidades, hábitos y estilos de vida saludables; desarrollar sus valores, creencias, actitudes y conductas hacia una mayor autonomía personal y una mayor seguridad y confianza en sí mismos, para que puedan enfrentar las situaciones de riesgo a las que están expuestos en su vida cotidiana. FUENTE:
| Sistema Nacional e-México http://207.249.10.121/wb2/eMex |
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