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  6 de Octubre de 2024

Publicado por daniel 21-4-2010

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TODO PARA TU FIESTA

¡Vamos a bailar!: la dimensión social del antro en Cuernavaca
Alejandra A. Ramírez López

MEXICO

La antropología se ha centrado comúnmente en estudiar la otredad, y ésta a su vez, se puede hallar en varios elementos de la vida urbana. "Los otros" muchas veces pueden encontrarse muy cerca; ser parte de realidades a la vuelta de la esquina, actores sociales urbanos que se mueven en el mismo espacio pero que viven experiencias de consumo,  identidad y estilos de vida muy diversos. No es necesario ir a lugares lejanos, comunidades rurales o pueblos indígenas para encontrar diversidad social y alteridad cultural; la diferencia puede estar muchas veces incluso dentro de la propia familia, la escuela o el trabajo. "Los otros" son "otros" dependiendo de quién los observe. Ir al "antro", por ejemplo, es una práctica recurrida entre algunos jóvenes urbanos, pero para "otros" grupos puede resultar tan "exótico" como una danza ritual. Por ello, describir la discoteca es tan importante.

 

Los jóvenes en la ciudad de Cuernavaca realizan diversas actividades para pasar su tiempo libre y divertirse, las cuales varían de acuerdo a la influencia de elementos económicos, políticos y simbólicos que segmentan a este grupo etario. Una de las prácticas culturales más entrañables entre un sector de jóvenes de clases medias y altas en la ciudad es "ir a bailar", esto es, asistir a la discoteca o antro, como se denomina hoy en día. Estos establecimientos comerciales forman parte de un circuito lúdico nocturno que pueden visitarse como atracción en la ciudad pues cuentan con una oferta festiva; están creados para romper con el tiempo diurno, entran en uno opuesto (la noche) y quebrantan la habitualidad; son sitios de diversión donde no entran en juego formalidad, trabajo o  estrés cotidiano.

El antro funciona como un espacio de recreación en el que se consume diversión, cierta libertad1 y relajación: los jóvenes antreros procuran tomar, bailar, "ligar", dejar a un lado lo cotidiano, romper algunas reglas. Es importante señalar que la "mediada libertad" que ofrece la discoteca es --al igual que la música o las bebidas-- un bien de consumo; una de las razones por las que puede vender desenfreno: que los jóvenes beban, bailen, "liguen"2, "fajen"3 gran parte de la noche, tiene que ver justamente con el hecho de que este escenario es nocturno, que es el tiempo opuesto al día en que son mayormente vigilados por la ley y los adultos. Estar en el antro, implica el consumo de una amplia variedad de industrias culturales: música, video-clips, ropa, bebidas alcohólicas, drogas sintéticas, cigarros, telefonía móvil.

Para venderse a sí mismos, los antros se apropian de conceptos musicales y decoración que den "personalidad propia" y llamen la atención juvenil. Lo retro, por ejemplo, se ha retomado en algunos de estos espacios y se ha convertido en "lo nuevo", "lo de moda". Dentro de ellos, luces centelleantes, pantallas de plasma que transmiten videos de cantantes pop, música a altos decibeles, mesas y sillones con decoraciones diversas ubicadas en la penumbra, dan vida al espacio, proporcionan un aire de "irrealidad", crean un clima festivo.  La cuestión de "recrear" una fiesta nocturna es trascendental en esta industria; comúnmente las discotecas son espacios cerrados, sin ventanas o puertas que den inmediatamente a la calle; el propósito es alejar a sus asistentes de la realidad, inmiscuirlos en un ambiente lúdico donde el exterior no existe, se está literalmente "dentro del antro", la experiencia de aislamiento se convierte en un retiro de la vida cotidiana a la diversión, un paso de la realidad al ensueño del antro. La finalidad de estos negocios es entretener, divertir, alejar al individuo de su vida diaria: la escuela, el trabajo, el estrés, los problemas personales, las preocupaciones. Cansados de lo habitual, los jóvenes son el blanco preciso del entretenimiento nocturno que vende libertad, descanso de la cotidianidad y alejamiento de los padres, los adultos y lo diurno. La noche cobija sus deseos, sus silencios, sus ganas de pertenecer a un grupo, a un espacio en el que se sientan identificados.

El proceso de selección

Para poder acceder a la discoteca, hay que pasar por un proceso al que estos establecimientos denominan: "Derecho de admisión". Éste implica que en la entrada, empleados de estos espacios deciden qué personas pueden pasar y cuáles no, de acuerdo a ciertos criterios (económicos, estéticos, raciales...) que impone la misma disco, de modo que quienes no pueden acceder dan por entendido que no cubren con el perfil racial-estético-social exigido por esta industria. Para los jóvenes que visitan los antros constantemente, este proceso de elegir la disco a la que se quiere asistir pero a la vez ser elegido por la misma para acceder o no a ella, es una constante fin tras fin de semana. Los criterios de paso varían de antro en antro y en algunos son más rígidos que en otros, dependiendo del establecimiento; la mayoría de las veces los de más reciente apertura son los más rigurosos en cuanto a la admisión porque la novedad atrae a muchos jóvenes que quieren conocer el espacio. 

 

Para la Procuraduría Federal del Consumidor 4, el "derecho de admisión" es discriminación prohibida y penada en esta ciudad. A pesar de ello, las visitas que realiza el Ayuntamiento y la PROFECO a estos espacios no lo reportan, y  los jóvenes establecen pocas quejas o denuncias que pongan en evidencia estas prácticas, pues a algunos de ellos "les apena" el hecho de no poder acceder y denunciarlo es evidenciarlo. Debido a esta situación, la exclusión sigue siendo un tema constante en algunos sectores de la vida nocturna de la ciudad de Cuernavaca como es el caso de las discotecas que toman el eufemismo de "nos reservamos el derecho de admisión" para insinuar que poseen el poder de elegir a sus clientes potenciales. Este "poder" les ha sido otorgado socialmente, en tanto que quienes visitan estos lugares permiten que se lleven a cabo estos procesos de selección.

No es de sorprender si se toma en cuenta que estos jóvenes están acostumbrados a la inclusión/exclusión, que muchos de ellos estén de acuerdo con el derecho de admisión y por ello mismo no lo reporten: Si entran se sienten "exclusivos", parte de un grupo selecto y si se quedan fuera, se sienten enojados, excluidos, pero también avergonzados, lo que los lleva a volver a intentar entrar a ese u otros antros durante los siguientes fines de semana. Para ellos, el proceso de admisión es una "prueba" de integración, un límite que impide el paso a quienes desde la perspectiva del antro no tienen las características suficientes para acceder, para estar dentro. Esta práctica selectiva se lleva a cabo en la entrada de estos establecimientos detrás de una "cadena" en la que  dos o más empleados resguardan esta frontera; cruzarla o no, determina si se puede o no ser cliente. Entre aquellos que visitan estos espacios con frecuencia, "el derecho de admisión" resulta una cotidianidad y forma parte de su cultura nocturna, que es una cultura de la exclusión y de la diferenciación social.

Aunque existen leyes que prohíben la entrada de menores de edad a estos sitios, el acceso depende de que cumplan con los requisitos necesarios que se exigen en la cadena, la edad no es un impedimento. Muchos de estos negocios funcionan en el marco de la ilegalidad en tanto que venden bebidas alcohólicas a menores de 18 años y discriminan a los individuos con base en criterios estéticos, simbólicos y sociales. Quienes deberían quedarse fuera de acuerdo a normas legales (los que aún no cumplen con la mayoría de edad) son muchas veces quienes están dentro en grandes cantidades. Adolescentes de los primeros años de prepa o los últimos de secundaria, proliferan  en los antros deseosos de una libertad que se les reprime en espacios como la escuela, en la que pasan buena parte de su vida diurna.

La apariencia como vector de inclusión

La mayoría de los criterios de inclusión al antro, tienen que ver con aspectos que pueden percibirse a través de la apariencia y que son por excelencia visuales. "La calidad" del posible cliente se mide en referencia de su aspecto físico y estético en conjunto con su postura, su pose, su actitud, pues dentro de este sector se cree que éstos pueden reflejar la pertenencia social y la identidad del individuo. Tener una buena presentación en estos ámbitos es sinónimo de ser "gente bien", gente con capacidad, ganas, recursos y tiempo de verse "formidable" de acuerdo a los estándares de la moda en turno. Prácticamente la admisión se da por la imagen que proyectan los jóvenes que esperan en la entrada. En este caso, la apariencia transmite significados, mensajes, es poseedora de un simbolismo que permite a las personas reflejar quiénes son y cómo quieren ser vistas. 

 

El elemento racial en esta cuestión de estética y apariencia es muy importante, el color de la piel, de los ojos, la estatura, la curvatura del cuerpo, pueden dilucidar rasgos fenotípicos, siendo algunos más apreciados que otros. En este caso, algunas características físicas valoradas son la altura tanto en el caso de los hombres como de las mujeres, poseer un tono de piel blanco y en su caso bronceado pero sin llegar a ser moreno, la delgadez en el caso femenino y la posesión de músculos en el caso de los hombres, entre otros. Evidentemente, la estética apreciada en las discotecas tiene sus bases sentadas en factores raciales, así como en "imágenes" propuestas desde el mercado de la cosmética y la moda, que imponen globalmente criterios para evaluar la belleza con base en modelos establecidos por su industria.

Es en el cuerpo justamente, por ser inmediatamente visible, donde se construye gran parte de la imagen de los individuos, pues en él se inscriben elementos estéticos, raciales e identitarios. Por ello, el peinado, la ropa y sus marcas, el aroma, la forma del cuerpo y la forma en la que se exhibe son sumamente importantes para adquirir el acceso a un antro y en la vida en general de los jóvenes que asisten a estos espacios. "La belleza", tanto en hombres como en mujeres, es deseable, se anhela, se persigue, se compra: los gimnasios, los spas, las estéticas, las tiendas de ropa, de cosméticos, venden no sólo sus productos sino también una imagen, un prototipo de "perfección estética" y una serie de mercancías que ayudan a conseguirla. En las discotecas, el hecho de cumplir o no con estos estereotipos puede llevar  a obtener el paso o la negación de la entrada.

Además del hecho de ser "atractivo" conforme a ciertos estándares de la moda, la apariencia debe estar acompañada por una actitud, una gestualidad o pose que muestra lo que se es, lo que se pretende ser y la forma en la que se quiere ser visto. Estas cuestiones de lenguaje no verbal, son importantes porque comunican mensajes de identidad y de pertenencia. Los jóvenes que visitan constantemente  las discotecas, por ejemplo, se mueven con fluidez dentro del espacio, caminan erguidos y con la mirada altiva para ubicar conocidos en el establecimiento, denotan a través de su comportamiento, que se sienten dentro de un territorio del que se han apropiado; mientras que aquellos que van de vez en cuando o que se encuentran dentro de otros grupos de edad (adultos, por ejemplo), pueden sentirse fuera de lugar y mostrar incomodidad a través de su corporeidad, esto es, andar con la mirada gacha y la espalda encorvada o evitar "pasearse" por el espacio para ser visto.

Otros componentes que se encuentran fuera del cuerpo construyen la imagen de los jóvenes antreros en la ciudad de Cuernavaca: el carro que tienen, la marca de su ropa, de su celular, el que tengan radio, posean conexión a internet en su telefonía móvil y la tarjeta de crédito que manejen por ejemplo, son esenciales en las representaciones de la apariencia juvenil. Tomemos en cuenta que la imagen es aquello que se puede "evidenciar", lo que se muestra al resto del mundo, por ello es tan importante para estos jóvenes ser poseedores de aditamentos de consumo que permitan mostrar su estatus social, su capacidad de compra, de estar a la moda y por lo tanto, de ser clientes potenciales para las discotecas.

Si bien existen antros de muchos tipos y para diversos sectores sociales en la ciudad, comúnmente las discotecas que se ubican en avenidas comerciales transitadas como Río Mayo, San Diego o Plan de Ayala están pensadas para que las clases medias y altas tengan acceso a ellas. Comúnmente son los establecimientos de moda y es por esta razón por la que tienen criterios rígidos de admisión que conjuntan la apariencia física con el resto de elementos que la articulan como es el hecho de llegar en un carro con modelo del año, traer un radio en mano, una blackberry, o checar el "facebook" o el "twitter" para avisar a los amigos que se está en la entrada de tal antro, así como utilizar ropa de marca. El hecho de mostrar lo que se tiene, es una forma de manifestarse como individuo, como consumidor y como cliente.

El espacio como marcador  social de diferenciación

Los espacios no sólo son lugares con decorados, muebles y dimensiones específicas sino que comúnmente son escenarios de prácticas diversas que complementan y dan sentido social. En la discoteca, independientemente de su arquitectura y decoración, existe una característica particular del espacio: está dividido por zonas, algunas son estructuralmente necesarias, como es el caso de los sanitarios, la pista de baile, la barra donde se sirven las bebidas o la cabina del dj que pone la música. El resto están creadas para segregar a los asistentes y hacer una diferenciación dentro de la disco.

 

A pesar de que el "derecho de admisión" está establecido como una frontera para que sólo ciertos jóvenes entren al antro, dentro de él existen diferencias intergrupales que provocan divisiones en el espacio. Las mesas, sillas y sillones están acomodadas en referencia con su cercanía o lejanía a la pista de baile; comúnmente los lugares más cercanos a las pistas son los asientos en los que se pide un consumo mayor que en el resto de la disco, por ejemplo, dos botellas o una de un determinado precio mínimo. Se da por entendido dentro de este ambiente, que quienes ocupan estos espacios están consumiendo más y ello en muchas ocasiones proporciona mayor estatus. Existen discotecas donde la segmentación del espacio se da de manera aún más explícita a través de los espacios VIP5, éstos se ubican dentro de la disco pero se configuran arquitectónica y socialmente para separar a aquellos actores sociales que se encuentran en las jerarquías más altas dentro del espacio ya sea porque son asistentes frecuentes o porque son hijos de funcionarios de gobierno o miembros del mundo del espectáculo o los deportes.

La segmentación de los espacios mediante el consumo tiene el objetivo primordial de diferenciar a los jóvenes que pueden acceder a los servicios más caros y a los que no, ello implica que su consumo les proporciona dentro del espacio mayor jerarquía. De modo que el espacio está dividido intersectorialmente para proporcionar una posición a cada individuo y posteriormente a cada grupo dentro de la discoteca. El antro es un lugar de exclusiones y segmentaciones, no sólo se restringe la entrada sino también los lugares para ubicarse dentro de él, pues si bien se supone que las mesas de la pista o zonas VIP son espacios que pueden ser ocupados por quien pueda acceder a ellos en cuestión de precios, ésta es sólo una suposición, pues comúnmente se reservan para los conocidos de los gerentes y relacionistas públicos, o para personajes del mundo de la farándula en cualquiera de sus modalidades.

El hecho de que el espacio funcione como marcador social de diferenciación, no implica que sea el único elemento que lo haga; algunas formas de comportamiento y de consumo muestran diferencias sociales dentro del grupo de jóvenes que asisten a la discoteca. Hacer un uso "adecuado" de ciertos productos y realizar consumos de una determinada manera, por ejemplo pagando la cuenta con una tarjeta platino, o haciendo exhibiciones públicas del dinero a través de billeteras con fajos de dinero, sentándose, parándose y caminando de la forma que se considera "correcta" dentro de la concepción de estos jóvenes, proporciona también una muestra de jerarquía social.

La hipersexualización  de la discoteca

Un fenómeno importante que se presenta en estos establecimientos es el baile con connotaciones sexuales así como el faje y el ligue para pasar el rato. Para los jóvenes que asisten a estos espacios, el antro proporciona una sensación de libertad y con ello, la posibilidad de experimentar y de llevar a cabo conductas que se prohíben moralmente, por ejemplo el ligue y el faje con desconocidos, así como el coqueteo en el baile. Para estos chicos y chicas, la sexualidad es un elemento que se encuentra a flote en las relaciones que se establecen en el antro aunque de manera tácita.

 

A través de bailes de moda, como el reggaetón, se establecen relaciones sociales. La forma de bailar este ritmo es conocida como "perreo"; comenzó en República Dominicana y Puerto Rico, extendiéndose posteriormente a través de video-clips por todas las discos de América Latina, Estados Unidos e incluso Europa. El perreo se baila meneando la cadera de arriba hacia abajo y de un lado al otro al ritmo de la música, se pueden incluir "toqueteos", que casi siempre se dirigen hacia el trasero, los pechos, el estómago y las piernas. Los jóvenes se tocan y acercan sus cuerpos mientras bailan, se puede decir que se siente la piel del otro y éste es el propósito. Se baila en estos espacios, generalmente entre hombre-mujer o mujer-mujer, pero existen quienes bailan solos y en lugar de tocar a su pareja se tocan a sí mismos. La discoteca, al ser un espacio oscuro, alumbrado con luces artificiales que se centran principalmente en la pista, que se abre de noche (una temporalidad transgresora) y carece de una vigilancia adulta, es un espacio permisivo en el que la moral se disocia poco a poco conforme van subiendo los efectos del alcohol, combinados con la euforia y la música. Para estos jóvenes el hacer público lo que antes era íntimo6, se convertido en una conducta cotidiana. En el antro, la diversión y el consumo son elementos fundamentales, por lo que varias de las relaciones sociales que se establecen en él, se manifiestan en torno a ello: se configuran relaciones "light", ya que su propósito es divertir, hacer pasar el rato.

Para finalizar...

Si se presta atención a las prácticas sociales que se llevan a cabo en la discoteca, se puede apreciar que es un sitio complejo donde se establecen prácticas diversas que van desde el consumo de alcohol y drogas, el faje y el toqueteo hasta ciertas prácticas de diferenciación a través de los consumos, que posicionan a los jóvenes en jerarquías distintas dentro y fuera del espacio de acuerdo a parámetros de inclusión/exclusión. Allí se reproducen ciertas conductas y características de la cultura parental de estos jóvenes, pero también se rompen con esquemas morales de prohibición. La intención máxima del espacio es ser multifuncional, un área de diversión concentrada en un espacio cerrado que permita a los jóvenes entrar por algunas horas en un ensueño festivo, pero también les permita construir prácticas para diferenciarse y relacionarse entre ellos.

 

La frivolidad con la que muchas veces se concibe al antro y a los jóvenes que lo visitan por ser un espacio que privilegia el consumo, la moda y las apariencias, puede no estar alejada de la realidad, pero tampoco es la única forma en la que pueden apreciarse estos establecimientos. La disco presenta complejidad de dimensiones sociales que sin distraerse de lo lúdico, reflejan  representaciones y prácticas  identitarias de un sector juvenil de la ciudad de Cuernavaca deseoso por poseer espacios de entretenimiento y consumo donde puedan compartir gustos y expectativas, que no pueden reducirse a banalidades por ser incompatibles para otros sectores sociales  y  grupos etarios.

Alejandra A. Ramírez López participa en el Programa Actores Sociales de la Flora Medicinal, del Centro INAH-Morelos

1.     Algunos jóvenes consideran que en la disco pueden ser "libres" en tanto que es un espacio nocturno, lejos de la mirada vigilante de sus padres, donde pueden romper algunas normas morales y culturales con conductas que no se les permiten en espacios de formación como las escuelas donde pasan gran parte de su infancia y adolescencia.

2.     El ligue es una forma de emparejamiento en el antro que tiene que ver comúnmente con conocer a alguien para bailar, besarse o establecer otro tipo de relaciones para "pasar la noche".

3.     El faje es la propagación de besos y caricias sin llegar a las relaciones sexuales o previas a éstas.

4.     Véase su tríptico: Tus derechos en el antro, que puede adquirirse de manera gratuita  en las oficinas de la PROFECO.

5.     Very Important People según sus siglas en inglés, es decir para gente muy importante.

6.     Conductas que tienen que ver sobre todo con la sexualidad como el faje y el toqueteo.

 

FUENTE: 
La Jornada de Morelos

http://www.lajornadamorelos.com

 

   




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