Rubén

El daño que nos causamos por el exceso de alcohol y las drogas, es irreversible y en la sexualidad, puede ser fatal.

Amig@s que cada semana leen ésta columna:

Hace tiempo, un amigo entrañable me envió un correo que decía: El que no es bello a los 20, ni fuerte a los 30, ni rico a los 40, ni sabio a los 50; nunca será ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio.

A los 20 reina la voluntad, a los 30 el espíritu y a los 40 el juicio.

Otros sabios también, dicen que si a los 30 años no tienes claro qué es lo que quieres en la vida, el fracaso es tu compañero fiel e inseparable y, que tu vida nunca podrá tener un real sentido.

Nuestro amigo Rubén, cree que no es así, aún con dificultades, ha logrado obtener un trabajo que le permite sostener a su pequeña familia.

Sus padres le ayudaron a comprar un terrenito en una colonia de la periferia, donde con ayuda de los padres de su esposa, una casita modesta construyó, sus suegros querían que su hija no viviera tan incómoda como al principio fue, porque la llevó a vivir con sus papás.

Durante algunos años de los cuales dice no querer en realidad recordar, abusó del alcohol y algunas drogas, por pequeñas dosis, unas veces y otras cantidades que ni contó, lo sumieron por algún tiempo en ese mundo tan sombrío y enajenante, que por momentos, se volvía su única forma de vivir, donde parecía no querer escapar, pero que al paso de los años y con la ayuda de la familia, de su esposa y con un grupo de auto ayuda pudo abandonar, no sin dificultad y con las secuelas que ahora comenta.

Cuando me relataba su problema al principio, lo hace con temor de si podré entenderlo, porque cree que como la sociedad lo ha denostado y despreciado, yo actuaré igual que todas las personas con quienes cruza palabra o tienen algún trato, pero... ya entrando en confianza, que hemos formado al transcurrir las entrevistas, donde hemos estado juntos compartiendo su dolor, se atreve a revelar que su vida sexual ha ido en decadencia, hasta ser un verdadero espectador de la vida sexual que sus compañeros de trabajo le comentan y él, considera que ya no podría disfrutar.

Lo que más le preocupa, es que su esposa, siendo igualmente joven, a quien ha tenido abandonada y relegada por largos periodos, sobretodo cuando la droga y el alcohol en abundancia fueron sus fieles acompañantes, ha quedado marginada de una satisfacción real y, no puede por más que se lo proponga, ayudarle a sentirse satisfecha y, aún cuando no le dice nada, entiende que es tan importante como para él, sentir que la sexualidad es gratificante para ser completamente feliz, y sobre todo, que ha dejado atrás; en el tiempo, el vicio que como enfermedad le laceró; claro, las drogas y el alcohol sin medida.

Cuando una persona como Rubén, que desde jóvenes se aficionan a éstos alcaloides, sienten que el paraíso han alcanzado y nunca se imaginan que el futuro será muy incierto, ya que al final, las drogas sustituyen a la vida en general y, el sexo, pasa a ser algo muy relativo; lo que no les permite vislumbrar que el daño que se hagan será fatal.

Vivir en tal vorágine, terminan por destruir al ser humano y lo vuelve tan infeliz que en muchas ocasiones, terminan por suicidarse al no encontrar otra salida y jamás buscar ayuda o apoyo que pueda encauzar sus vidas.

Sobretodo resulta difícil comprender, ya que en la mayoría de los hombres, la sexualidad se basa en penetrar y eyacular, y cuando ya hay daño, seguramente ya no habrá mucho futuro.

Las ramificaciones nerviosas, que inervan a nuestros músculos, son desgastadas y lastimadas por un alcaloide, que en dosis mínimas pero frecuentes, pueden ser dañadas y no recobrar su sensibilidad, tan necesaria para que nuestros músculos reaccionen; y nuestro cerebro, al registrar los estímulos envíe la orden de responder.

Los mecanismos de recuperación son tan diversos, que para algunas personas representa algo muy al alcance; pero para muchas otras más, será la antesala de la pérdida de su sensibilidad y consecuente dificultad en reaccionar.

Apoyar a éstos angustiantes pacientes en descubrir que la sexualidad no es sólo penetrar y eyacular, sino el tener la oportunidad de descubrir que el acariciar, besar, estimular y dar todo el amor a la pareja, les ayudará a reencauzar la vida sexual y permitirse una nueva oportunidad para ser felices.

Comprender que la sexualidad masculina, es muy diferente a la femenina, al principio es muy difícil para nosotros, ya que los varones creemos que las mujeres reaccionan igual que nosotros y por lo tanto, esperamos que se "enciendan" tan rápido como nosotros lo logramos.

Si entendemos que el sexo lo ejecutamos con los genitales pero lo elaboramos en la mente y lo disfrutamos con los sentidos, nos permitirá aprender que la sexualidad, no es sólo penetrar y eyacular.

Habrá que liberarse de tantas ataduras y malos conceptos sexuales; así como de prácticas comunes, que lo único que generan es un desahogo, pero no nos permiten descubrir, que el verdadero sexo, no es sólo penetrar y eyacular, sino permitirse disfrutar y dejar que la pareja disfrute el momento que realmente se quiere compartir, con amor y placer.