La adolescencia es una etapa llena de sueños y ambiciones, a la vez que de angustia y temores tanto para los hijos como para sus madres y padres. Lo es más en la actualidad pues se crece en un mundo caracterizado por cambios radicales y vertiginosos. Ellas y ellos ya no viven en un medio urbano rodeados de parientes y amigos sino en el ciberespacio, es decir sin límites y a merced de una cultura sobresaturada de sexo y violencia. Ya sus familias no son uniones estables regidas por tradiciones y normas, sino familias emocionales que los individuos construyen y vuelven a construir como se les viene en gana. Lamentablemente la vida sexual ha pasado a ser una simple forma de divertirse que poco tiene que ver con el amor. Ya sus padres no son figuras superiores que definen claramente su parecer, sino individuos que quieren ser sus "amigos" y hacen lo posible por ganárselos para poder controlarlos. Los jóvenes hoy no sólo son más listos y poderosos que las generaciones anteriores, sino que además son muy distintos: más auténticos, creativos, persuasivos, más amantes de la naturaleza y tolerantes de las diferencias. Pero también son más irreverentes y beligerantes, y se sienten más solos y perdidos que nunca. Por ello, urge dejar de temerle a la adolescencia para comenzar a entenderla de una manera distinta a como se ha venido haciendo. Con comportamientos a menudo insólitos, los adolescentes nos están diciendo todo lo que necesitamos saber sobre ellos y también sobre nosotros. Por ejemplo, me pregunto si la forma como los jóvenes se involucran sexualmente unos con otros, sin ningún compromiso. La manera en que crece su admiración por las celebridades y decrece su respeto por nosotras, ¿no será el resultado de vernos tan perdidas como ellos, cuando lo que esperan de nosotras es madurez y seguridad? El descontrol con que consumen trago o drogas para divertirse y escapar de sus angustias, ¿no será producto de vernos abusar del alcohol para olvidarnos de las nuestras? La forma como las niñas se están obsesionando con su cuerpo, poniendo en riesgo su salud, ¿no será un reflejo de nuestro exagerado interés por tener una figura perfecta? A pesar de que los adolescentes tienen hoy una visión muy distinta del mundo, que hace que su interpretación de la vida sea muy diferente a la nuestra, ellos no quieren ser nuestros enemigos y nos necesitan más que nunca. Urge que madres y padres seamos figuras dignas de emular para los hijos pues sabemos a ciencia cierta qué necesitan de nosotros para crecer sanos, porque no les cargamos nuestras responsabilidades, porque podemos hablarles con credibilidad sobre los asuntos que los agobian (efectos de las drogas, complejidades de la sexualidad, sentido que tiene su vida) y porque somos una autoridad, no que los domina sino que los guía porque tenemos la madurez, la sabiduría y la supremacía moral para hacerlo. Ese es nuestro reto. FUENTE:
| Toda Mujer/Crianza http://www.todamujer.com.mx/articulos/10619.html |
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