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  8 de Octubre de 2024

Publicado por daniel 3-12-2006

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TÚ Y TU MUNDO

Los celos que carcomen
Luis Buero
Los celos que carcomen y que voy a abordar no son aquellos que, en la pareja o en otro tipo de relaciones, estén justificados por actitudes concretas de los otros. No se trata de celos de hijos cuyos padres hagan notorias diferencias de trato entre hermanos ni de un miembro de la pareja que descubre actitudes engañosas en su partenaire, y eventualmente una infidelidad.

Los celos que carcomen serán, en este artículo, los absolutamente imaginarios, los que se sufren con la aparición de un tercero que interacciona (aunque sea casualmente) con la otra parte del vínculo que tememos perder.

Es el celo-alucinación, el celo alarma, el celo terror a la pérdida y al ataque, el celo inseguridad. Son los afectos inesquivables que me llevaron a armar y coordinar un taller de reflexión y mutua ayuda para celosos y celados, que ya lleva tres “ediciones” en distintos lugares con variados grupos. Un taller para celosos y celados anónimos.

Celos, envidia, voracidad, trilogía de emociones “negativas” que alimentaron la creación de diez mandamientos y miles de leyes en todo el mundo que ningún poder judicial logra que se cumplan finalmente.

Sentimientos que habitan en el origen de la vida, y en la concepción mítica del mundo que los propios hombres escribieron en los relatos religiosos y en los artísticos. Aún dentro de su oculta simbología en nuestro pasado lejano hay un Caín que mata a un Abel, o un Yago que induce a 0telo al homicidio a través de una calumnia porque desea su puesto, o una madrastra que inútilmente pregunta “espejito, espejito....¿quién es la más linda del reino”? y ante la respuesta que certifica la falta, se instala ella la idea de regalar a su rival una manzana envenenada.

Los celos son afectos constitutivos de nuestras más pequeñas células narcisísticas, y no hay ser viviente que en alguno de los ámbitos de su existencia no los haya sentido alguna vez.

También se nos revelan los celos como ingrediente del amor de pareja y se evidencian de las más diversas maneras (instinto de posesión, temor a la pérdida, fascinación del rival, pulsión de muerte, actos de violencia, o como espuela para el erotismo en un vínculo).

Pero fundamentalmente los celos “imaginarios” o “alucinatorios” son los generadores de conflictos en las parejas, en las familias, en los espacios laborales, y hasta en las contiendas políticas. Hasta se podría decir que dos gerentes de programación de emisoras competidoras hoy mueven el tablero de la grilla de ciclos televisivos para ganar el amor del público, de manera irrespetuosa hacia esos espectadoras, más allá del negocio que los aumentos de ratings puedan ocasionar.

Porque.... en teoría buscamos una definición y un origen de los celos, saciamos nuestra ignorancia hasta conocer la fibra más íntima del monstruo verde de las siete cabezas, pero...¿y luego qué? ¿qué hacemos con ese saber si no podemos lograr una apropiación instrumental que nos ayude a producir un cambio en el aquí y ahora?

A mitigar el sufrimiento del que cela y del que es celado.
El operar sobre los celos es una tarea de aprendizaje, o de cómo diría Enrique Pichón Riviere, de enseñaje.

La respuesta obvia es que el problema no está solamente en enterarnos qué nos pasa y porqué, sino en ver qué podemos hacer con eso. Y cómo podemos enfrentarlo a diario con técnicas renovadoras, creativas, sorprender al otro y a nosotros mismos con recursos que nos permitan movilizar esas ansiedades profundas que nos provocan navegar aguas turbulentas donde los vínculos corren riesgos de atorarse en piedras o acantilados.

Llegar pues, a través de técnicas DE TRABAJO GRUPAL allí donde la palabra no puede ser agente de cambio. Porque el cuerpo muchas veces se nieta a mentir. Y comprender finalmente que seguimos siendo únicos e irrepetibles, justamente como componentes de la gran riqueza grupal en acción, y no dentro de la ilusión del Todo pasivo y omnipotente que alguna vez creímos ser, como parte de una fantasía inevitable, pero de corta duración.

Añorar ser el ÚNICO es por empezar, no poder entender finalmente cuál es nuestra propia situación dentro de la corriente vital de la que formamos parte. Y es conectarnos con la impotencia de pretender detener y encapsular lo incontrolable, el Otro, ahogándonos en ese mar imaginario y frustrante.

Lo grupal, por último, nos provee la ilusión de lograr vencer ese UNO formado por el paciente y el analista, ese dúo unificado en un animal simbólico de ocho patas, madre e hijo indiferenciados, trabajando los celos y su herida desde la circulación de la energía grupal

Los celos han motivado distintas obras de arte. Una de ellas es la referencia que a ellos hace el teatro a través del inmortal Shakespeare y su “torturado” moro de Venecia.
Los celos tienen etapas, así como la uva se convierte en vino y la oruga en mariposa. Otelo plantea en su dramática distintas fases para los celos.

Primero simplemente surgen en 0telo como fantasía, ante el temor de perder lo que más ama, luego se convierten en una pulsión destructiva cuando Yago le miente diciéndole que ha visto el pañuelo de ésta en manos de Casio, más tarde asesina a Desdémona y finalmente, cuando se entera de la verdad, se suicida.

Otelo en ningún momento duda de Yago, ni imagina que éste pudiera estar movido por oscuros intereses para contarle lo que vio. Es como si en el fondo de su ser pensara que la infidelidad de Desdemona es absolutamente posible, y de alguna manera esperada e inevitable, pues 0telo ya ha tenido una defraudación anterior, la que provino de su madre.

Yago no hace más que reavivarle esa sospecha que detrás de toda mujer pura existe la ramera lasciva, la cuál se corporiza ante sus ojos por el sólo producto mágico de sus celos. El celoso pues requiere que su fantasía paranoica se concrete. Que su profecía terrible se cumpla.

Pero ¿cómo asesinar al ser que se ama?
Celos patológicos y no patológicos:
¿En qué radica la diferencia?
Los celos consisten habitualmente en una preocupación por la posible pérdida de una persona amada o malestar por la relación real o imaginada que esa persona tiene con alguien más. Quienes sienten este tipo de celos prefieren que sus parejas permanezcan con ellos y no desean que tengan una relación demasiado íntima con nadie más. Pero cuando esos celos están acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y producen una baja sensible en la calidad de vida de los integrantes del vínculo, pueden ser destructivos para la relación. Allí podríamos estar hablando de celos patológicos.

Las personas con celos patológicos, exigen a su pareja que no se implique emocionalmente con otras personas. Ven como rival o enemigo potencial a cualquier ser del sexo opuesto que se acerque a su pareja (en el caso de heterosexuales) o del propio sexo (homosexuales). En ese caso suena la alarma: ¡peligro, a mi pareja se le derrite el cerebro y se enamora del otro!

Su pensamiento es rígido y dogmático, porque siente que si pierde a su pareja esto será terrible e insoportable. De allí su característica controladora, vigilante, asfixiante, insegura, deprimida en ciertos momentos, agresiva en otros y siempre dependiente. Su pacto secreto es: te doy todo pero dame todo, si no serás una mala persona y tenés que ser castigado/a.

De allí a un acto de violencia hay un paso. El o la que sufre celos patógenos no se imagina la vida sin la otra persona, pues piensa que si se separa no conocerá a nadie más. Su contrato con el otro, como el del bebé recién nacido con la madre, fantasmáticamente un vínculo de supervivencia, y cuando se suspende la provisión de suministros narcisísticos, a través del cariño o la sola alarma de que puede perderse al ser amado, genera una defensa desesperada de esa persona. Su lema es:

Tengo que estar absolutamente seguro/a en todo momento de que mi pareja me ama, ya que necesito su amor para vivir. Y tengo que estar atento porque cualquiera en el momento menos pensado me la, lo, puede robar.

La ley del todo o nada.
En las entrevistas que se realizamos a prestigiosos terapeutas y que están contenidas en el capítulo dos de este trabajo, intentamos tres maneras de analizar los celos:
a) Como un sentimiento o un afecto en si mismo.
b) Definir al portador de los celos, al celoso.
c) Indagar el hombre y sus celos pero en situación teniendo en cuenta su contexto social, educación, cultura que lo atraviesa y además las características propias de su pareja en el momento de la puntuación. No todas las personas son celosas con todas sus parejas, lo cual significa que a veces hay “provocadores/es” conscientes o inconscientes de celos, llamados vulgarmente, histéricos/as.

Conclusiones
1) Los celos son un afecto o emoción inevitable, y nacen en el momento en el que alguien o algo interfiere e intenta romper aquella fantasía por la cual creemos ser Uno con el 0tro (la madre). Los celos pueden ser una reacción natural ante la posible pérdida de nuestra pareja. Lo que determinará que los celos sean patológicos o normales será su intensidad, la reacción que provoquen y el hecho de que se deban a una causa justificada o infundada.

2) La celopatía, enfermedad de celos, tiene su origen en la misma personalidad del celoso; es como si quedara fijado en la posición esquizoparanoide (Melanie Klein) dominado por el miedo al ataque y a la pérdida.

3) Los celos pueden ser el emergente de deseos de infidelidad proyectados en el otro/a.

4) La fascinación por el tercero es interpretado por Freud en algunos casos como una expresión de homosexualidad reprimida. Esto se debe a que nos identificamos con el rival o adversario, al cual también envidiamos y queremos sentir su placer, pero por otro lado también tenemos una identificación parcial o total con nuestra madre, y nos resuena su placer también.

5) Los celos son una señal de debilidad, y están relacionados con la falta de confianza en si mismo del sujeto celoso, cuya autoestima depende excesivamente de su pareja (recordemos a O. Fenichel cuando se refiere a la provisión fundamental de suministros narcisisticos del lactante por parte de su madre, y la sensación de peligro de muerte que surge de la suspensión de los mismos. A esto se refiere también Hugo Pisanelli en la entrevista de este mismo trabajo al calificar como vínculo de sobrevivencia el que se establece entre el bebé y la madre en sus primeros tiempos de vida.

FUENTE: Toda Mujer/Mujer de Hoy
http://www.todamujer.com/t1/mujerhoy_1.html



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