¿QUÉ ONDA CON EL ALCOHOL? Alcohol y mujeres jóvenes:
A la hora de brindar, ellas lo pasan peor
María Paz Carbajal
CHILE
El consumo de alcohol entre las chilenas crece más rápido que el de los hombres. El problema es que sus efectos también aparecen en menor tiempo.
Paula (20) asegura que ella no sirve como testimonio para esta nota, porque ya no bebe tanto. "Como salgo en auto me cuido, así que ahora tomo hasta cuando me siento mareada nomás".
¿Y en casa? "Bueno, ahí sí po', hasta me curo, aunque no en la mía. Prefiero las de amigos y cercanos, porque así sé que no me va a pasar nada malo".
Claudia (18), estudiante viñamarina de Diseño, también dicta cátedra. "No, no quedo botada. Es que tengo resistencia; mis hermanas me enseñaron de chica -ríe-. Con tres piscolas ando bien, así que las hago durar".
Javier (22), estudiante de Ingeniería Comercial, piensa en sus compañeras y cuenta con los dedos de la mano: "A ver, de mi curso son cuatro... cuatro las que no toman o toman poco. Uno cacha a las que le ponen, porque se toman el segundo vaso a la par con uno o se hacen el combinado con más de la mitad de pisco".
Sí, las mujeres jóvenes están bebiendo más que las generaciones anteriores: ellas lo admiten, ellos lo notan y sus papás muchas veces ni lo imaginan.
Los estudios de Conace muestran que los niveles de consumo en las mujeres van creciendo proporcionalmente más rápido que los de hombres. En la adolescencia, casi los igualan: 34,5% versus 35,8%, respectivamente. En la etapa juvenil, la cifra femenina es más baja que la de sus compañeros, pero de todas formas sube a 56,6%.
Cambio abrupto
Cifras que hablan de un giro en el patrón de consumo.
La joven actual está tomando en público y al ritmo de los hombres, rompiendo así con el modelo antiguo de la mujer que bebía a escondidas, arrastrada principalmente por la soledad, la frustración de no tener un proyecto propio o el nido vacío, precisa Fernanda Errázuriz, sicóloga del Centro de Rehabilitación Corporación La Esperanza.
Un cambio, estiman los especialistas, que quizás nace de la tendencia actual de buscar la igualación de los géneros que, más que equilibrar la condición de hombres y mujeres, ha llevado a "masculinizar" muchas conductas, buscando ser igual de "chora" y fuerte.
"Uno toma porque se siente con la libertad de hacerlo. Además, hay menos control de los papás: te quedai en casas de amigas o pasai derecho a tu pieza. También, las cabras chicas entran gratis a la disco y adentro igual les sirven copete", agrega Pamela, estudiante de Odontología de 21 años.
En este contexto, el consumo se inicia como una forma de explorar el mundo, "pero en la medida que esa joven no tenga una formación valórica y una contención familiar, pierde el control", precisa la psiquiatra y asesora externa de Conace, Jacqueline Fazzolari.
Mal que mal, añade la sicóloga, el "trago" es para muchos una funcional automedicación cuando se sufren trastornos ansiosos, depresivos, timidez, o bien, cuando se quiere ser líder del grupo ("la que la lleva").
Los estudios y test para abordar el consumo excesivo de alcohol se concentran mayoritariamente en hombres, lo que en parte ha dificultado el poder develar la real magnitud de esta problemática en las mujeres.
Este mes, la revista "Alcoholism: Clinical & Experimental Research" hará un aporte al publicar un trabajo basado en un simposio que se realizó en California y que abordó el tema del alcohol y las diferencias por género. Entre otros puntos, el estudio menciona que contar con un padre o madre alcohólico implicaría un mayor riesgo de tener problemas con la bebida en las hijas que en los hijos.
Asimismo, que una infancia marcada por una afectividad negativa y estresante (castigo físico severo, abuso o familias muy disfuncionales) sea un mecanismo predictor de desórdenes por el uso de alcohol es más fuerte en mujeres que en hombres.
Son datos preliminares, pero que ayudan a empezar a hacer la diferenciación por género.
Es que nunca será lo mismo tres piscolas en "ella" que en "él", partiendo por lo biológico.
Las mujeres tienen mayor proporción de grasa y el alcohol es lipofílico (tiende a acumularse en grasas), por lo que ellas lo retendrán por más tiempo. A su vez, el estómago femenino posee menor cantidad de enzimas que metabolizan el alcohol para eliminarlo del organismo. Tampoco hay que olvidar que la absorción es más rápida con el estómago vacío y que no son pocas las niñas que viven en permanente dieta.
"Se sabe que si un hombre y una mujer toman la misma cantidad de alcohol, el desarrollo de una cirrosis demora menos tiempo en las mujeres", advierte la doctora Fazzolari, coincidiendo con la conclusión de un reciente estudio realizado por la Universidad de Columbia.
Otro elemento diferenciador es el emocional. Muchas mujeres parten en el tema del alcohol, tabaco o drogas invitadas por la pareja, dice la doctora Fazzolari. "Puede ser porque la autoestima de la mujer se construye mucho a partir de su relación con el otro; es crucial el sentirse acogida, a diferencia del hombre, que la construye más en torno al mundo público, a sus logros académicos y éxitos profesionales".
La ruleta rusa
No todos quienes se embriagan con frecuencia se hacen adictos, dice el psiquiatra de la Universidad Católica, Claudio Valeria. "Hay muchos factores en juego: genéticos, ambientales, culturales, etc. El riesgo está en que es una ruleta rusa con muchos tiros: la probabilidad de volverse adicto afecta a todos por igual".
Mientras a menor edad se inicie el consumo, más rápido se desarrolla la adicción, enfermedades asociadas como la cirrosis y la exposición a conductas de riesgo (accidentes, sexo inseguro, etc.). Pero cuando los padres actúan a tiempo, agrega, el joven tiene altas probabilidades de salir adelante en corto tiempo.
DIAGNÓSTICO
EL 92% de las mujeres que necesitan tratamiento por problemas de alcohol y drogas no lo reciben, según un estudio de la U. de Columbia.
SI ALGO HUELE MAL
Evitar el contacto con los padres después de los "carretes", cambios en la personalidad o dejar ciertos hábitos saludables, como la práctica de deportes por las mañanas, pueden ser señales que merecen la atención de los padres. Algunas pautas para abordar el tema son las siguientes:
CONVERSAR
Hablar con la hija, pero con afecto y hacerla ver que se nota diferente, preguntarle por su consumo. Transmitirles experiencias negativas de algún conocido con el alcohol. Puede que lo niegue, pero captará que están atentos.
CUIDAR
Más presencia, sobre todo después de las salidas (ir a buscarlas, pedir que pasen a despedirse antes de acostarse), conocer a los amigos, fijar más límites. Con las más chicas, coordinar los permisos con los padres de las amigas.
OPINAR
Si los papás tienen un discurso que se opone abiertamente al consumo excesivo o a que beban los menores de edad (y son coherentes con eso) es un factor protector.
DAR EL EJEMPLO
Si los hijos ven que el papá maneja sus problemas o se divierte mucho tomando, aprenderá rápido. Está demostrado también que las casas donde hay disponibilidad de alcohol sin control son un factor de riesgo.
INFORMAR
Educar a los jóvenes sobre el daño que provoca el alcohol para la salud (que las niñas sepan incluso que el licor engorda) y dar nociones de autocuidado (no beber si conduce, si toma medicamentos, etc.).
ACTUAR
Si se sospecha, solicitarles una evaluación, sin sobredimensionar la situación ni tratarla de alcohólica. No hay que llegar a niveles significativos de abuso para tomar la decisión, la sola inquietud de los padres basta.
María Paz Carvajal
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