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  8 de Octubre de 2024

Publicado por daniel 2-4-2006

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¿QUÉ ONDA CON EL ALCOHOL?

Cuando los chicos toman, medican su estado de ánimo


ARGENTINA
Los patrones del consumo de alcohol han variado en los últimos veinte años. Para los jóvenes, la cerveza tiene hoy un valor farmacológico con el que intentan paliar el desajuste con su medio. La ebriedad ha sido algo habitual en la historia de la humanidad. Pero las pautas de consumo de alcohol han cambiado mucho en la sociedad argentina de los últimos años. ¿Cómo ve este fenómeno?

--Hace veinte años, en nuestro país el alcohol estaba circunscripto a la mesa familiar. Pero desde entonces han cambiado bastante los patrones culturales y el alcohol pasó a ser más apetecido por su valor farmacológico que por ser un condimento de la comida. En lugar de dar marco al encuentro social, pasó a acompañar la desinhibición y el descontrol. Y lo preocupante es que afecta mucho más a los jóvenes.

¿De qué modo se fue dando este proceso de cambio en los hábitos con el alcohol?
--Hay varios factores. En primer lugar, el alcohol ha sido descentrado del ambiente familiar. Antes se bebía vino en las comidas y era común que hasta los chicos tomaran un poco de "vino con soda". Pero esto cambió, sobre todo cuando entraron al mercado otras bebidas, como la cerveza, que es estimulada en los jóvenes por fuera de lo alimentario.

¿Puede fecharse el pasaje histórico del uso del alcohol en la casa al consumo farmacológico?
--El cambio importante en la Argentina arranca en los años ochenta. El indicador clave es la fuerte presencia de la cerveza en los sectores juveniles y el decrecimiento de otras bebidas, a partir de las campañas publicitarias que apuntan, sobre todo, a los más chicos. Eso explica por qué en veinte años creció tanto su consumo. El vino, subordinado a la norma familiar, es desplazado por el de cerveza, cuya ingesta aumenta de 7,30 litros por habitante en 1981 a 35 litros en 2001.

Usted resalta que no sólo se trata de un cambio en el tipo de bebida, sino en los hábitos que la acompañan. ¿En qué se nota?

--Hoy nos encontramos con un adolescente solitario, que bebe por la apetencia de los efectos que trae el alcohol --su valor "farmacológico"-- más que por gusto. Comienza a encontrar en el alcohol algo que lo alivia del tedio, de la pena, de la desesperanza. De este modo, podemos decir que el joven "medica" su estado de ánimo y su comportamiento. Utiliza el alcohol como una droga, mediante la cual logra manipular lo que siente o cómo se comporta.

En el imaginario social, la cerveza suele aparecer asociada a situaciones gregarias: los chicos se juntan para tomar.
--Yo vería más esa escena como la actitud de un grupo de solitarios. Cuando los chicos deciden tomar juntos unas cervezas antes de entrar a la disco, lo que hacen es medicar su estado de ánimo. No están compartiendo verdaderamente entre sí, sino adecuándose a la demanda social que van a tener cuando traspongan la puerta de un lugar cargado de exigencias a las que no siempre se sienten capaces de responder.

Parecen escaparle, a través del alcohol, a esas exigencias ¿A qué le temen, en realidad?
--Es una buena pregunta. Yo creo que las demandas sociales a las cuales ellos se enfrentan a diario son muy duras. En general, los adultos nos enteramos de la violencia que estalla fuera de una disco cuando los chicos se pelean en la calle, provocan desmanes o terminan lastimados. Pero la vio lencia empieza antes de entrar, cuando tienen que atravesar el proceso de "selección" que se da en la puerta, y se instala dentro mismo de la disco. Allí los chicos se enfrentan a un mundo de fuertes imperativos sociales, donde deben adecuarse a ser objetos codiciados por otros. Entran a una disco, que es un mundo de sordos, donde no hay diálogo, donde sólo existen imágenes y la exhibición de sí mismo para que el otro lo pueda codiciar.

¿Eso explica la existencia de una iniciación tan precoz en el consumo de alcohol?
--La cuestión es más amplia y compleja. La iniciación precoz sucede en un contexto en el cual toda una sociedad ha farmacologizado sus relaciones sociales. Los chicos no hacen otra cosa que reproducir lo que ven en sus casas, cuando frente al conflicto doméstico la alternativa son los psicotrópicos. En rigor, el problema es más profundo: hay toda una sociedad que no resuelve los conflictos, sino que los acalla.

La Argentina no tenía una tradición de uso abusivo del alcohol entre los jóvenes.
--Es así. Quizá lo que habría que pensar, en lugar de poner el acento en la sustancia, es en lo que ocurre con las personas. El mundo de los chicos de hoy es mucho más difícil que el de hace 20 o 30 años atrás. Hay una mayor exigencia social y sobreestimulación para un consumo que pocos pueden concretar. Es impresionante la cantidad de cosas que se les ofrecen a los chicos para que consuman y a las que se les asigna un valor que excede lo que ese consumo puede satisfacer. A su vez, el adolescente entra desprovisto de un pensamiento crítico para analizar esa oferta, para discriminar lo que le conviene y lo que le puede hacer mal.

¿Por qué ocurre esto?
--Frente al acoso del consumo, gran parte de los chicos no tiene los instrumentos conceptuales para poder examinarlo críticamente. No disponen de la capacidad de discernir y de actuar con plena conciencia, con total y libre voluntad. La escuela tiene serias limitaciones para ayudarlos a conformar esa capacidad analítica indispensable para actuar como seres autónomos y plenos.

¿Qué impactos tiene esa dificultad juvenil para discriminar lo que se les ofrece?
--El mercado está permanentemente induciendo nuevas necesidades. ¿Pero por qué es importante el objeto de consumo? Porque es vendido como la medida de valor para aquel que lo tiene. Lo grave es que si no se lo puede alcanzar, y ante la ausencia de un pensamiento crítico que pueda examinarlo, jerarquizarlo o cuestionarlo, llega la frustración. Cuando la demanda no se satisface, es allí donde la química sustituye a la experiencia, y aparecen las sustancias que ofrecen la ilusión de que no importa tanto lo que no se tiene. La alegría --y la resignación por la impotencia de no tener-- es así construida desde la sustancia.

Parece haber una contradicción entre la imagen que tienen muchos adultos de los chicos tomando cerveza como una actitud de rebeldía, y la realidad que usted subraya, que es la de una aceptación acrítica del mundo.

--Podríamos pensar en el alcohol como la conducta de ajuste frente a exigencias inalcanzables, incluso entre pares. A un joven a veces se le hace muy difícil no participar del consumo, que está tan masificado. El que se niega a beber puede llegar a convertirse, casi, en un disidente. El alcohol, entonces, u otras drogas, pasan a ser un mecanismo de ajuste, de adaptación regulada al medio social, aunque parezca lo contrario.

¿Este problema afecta por igual a los chicos de todos los sectores sociales?
--Es indudable que los chicos de los sectores populares tienen menos recursos para afrontar la inducción al consumo. Tienen una escuela menos completa, una situación social más precaria y una mayor vulnerabilidad frente a lo que son las consecuencias de la intoxicación. Esto no significa que los jóvenes de otros estratos sociales no tengan problemas ni sean invulnerables.

¿El alcohol es una droga?
--La sociedad tiende a considerar como drogas duras solamente a las ilícitas. Pero si dejamos de mirar esto desde la óptica de las sustancias y lo vemos desde las personas, el chico que hoy decide intoxicarse con alcohol arrastra un contenido vital tanto o más importante que el que podría arrastrar una droga ilícita. Porque ya no es la sustancia lo que importa, sino lo que él resigna, que es la capacidad de crear, de cuestionar. Queda inmóvil frente al mundo actual, resta su participación. De algún modo, acepta que la realidad es inmodificable y que él no tiene demasiado peso en su cambio. Más allá del valor toxicológico de cada sustancia, lo que impacta y alarma de cualquier droga es lo que el sujeto que consume pierde.

¿Eso significa que luchar y combatir las adicciones es un tema más general que luchar contra un tipo puntual de drogas?
--Claro, porque el problema no es de sustancias, es de personas. Y en realidad, cuando nosotros hacemos un trabajo sobre las sustancias específicas, sean lícitas o no, probablemente no sea la mejor estrategia. Deberíamos, en cambio, cuestionar los modelos sociales que se venden como exitosos y que implican, de algún modo, el consumo de esas sustancias, cualquiera que sean.
Copyright Clarin, 2004.

FUENTE: Clarin
Diversión Segura/Biblioteca de Prensa/Alcoholismo
http://www.diversionsegura.com/asp/veramp1.asp?idnota=6654



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